Ella es ese primer trago de agua en Granada en pleno agosto tras dos 
horas de caminata turística. Es un soplo de aire fresco. Ella es Marion 
Cotillard en Origen, la esperanza de un nuevo comienzo.  Ella es de esas
 mujeres que te hacen replantearte toda la misantropía que has 
construido en tu microcosmos. No sabe jugar al poker, porque no sabe 
mentir. Ella es de risa nerviosa, ojos llenos de inocencia y un culo que
 podría considerarse poesía en movimiento. Es la que habla con ilusión 
de viajes que aún no ha hecho. Ella es de las que no bebe mucho porque 
su tolerancia al alcohol es escasa y dice muchas tonterías, pero anhela 
ser libre. Ella es de las que cree que las personas cambian, porque 
necesita un cambio. 
Y luego, está Ella.
Y luego, está Ella.
Ella es ese 
último trago de un litro de cerveza ya caliente en cualquier fiesta. Es 
una noche cualquiera de verano y sofoco en Murcia. Insoportable. Ella es
 Helena Bonham Carter en El club de la lucha, la serendipia de las 
mujeres, la mujer descubierta casi por casualidad. O casi por error. 
Dice no saber jugar al poker, pero farolea mejor de lo que pensaba. No 
hay risa nerviosa, solo una sonrisa social para reírse de los demás y 
unos ojos que son como el abismo: si miras mucho tiempo dentro de ellos,
 ellos miran dentro de ti. Para Ella, su culo no es poesía porque nunca 
creerá nada de lo que escribas. Es la que te habla con ilusión de viajes
 que va a hacer, y en los que no te incluye. Ella no soporta hablar de 
sus problemas, pero se queja de no tener nadie a quién contárselos. Ella
 tiene miedo al miedo. Tiene miedo a vivir. Ella es de apego 
ambivalente, distante, manipuladora, fría como un témpano, competitiva, 
aséptica, dependiente…pero la hijadeputa es guapísima.
Ahora os toca a vosotros
adivinad quién de ellas no existe y quién me está quitando el sueño.
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