Siempre he sabido que eras mi mitad, mi cincuenta por ciento. Quizás por eso nunca me atreví a decírtelo.
Nunca llegué a juntar el valor necesario para decirte que mi vida es la música y que el culpable de eso eres tú. TÚ. Siempre con tu guitarra, rodeado de partituras a las que llamabas "papeles", de atriles y pupilos. Y digo pupilos porque así es como hacías sentir a cualquiera que te prestara un mínimo de atención. Capaz de sacar la sonrisa más noble e inocente de cada uno. Capaz de conseguir lo mejor de cada uno. Capaz de ir a por todo… por los demás. Así eres tú. ÚNICO. Supiste definirme en un pentagrama sin haber nacido e inculcarme lo que era la música clásica sin darme cuenta. Jugando. Jugando y con un "María, el dedito no" aprendí cómo funcionaba desde el radio casette más sencillo hasta el GarageBand, pasando por cómo enchufar un micro, un monitor, doblar los cables o improvisar un altavoz con una simple radio. Así, sin darme cuenta y sin que tú te dieras cuenta, llegaste a ser lo más grande, la pieza clave del juego estrella. Ese juego que nunca pasa de moda y siempre es tendencia.
Tengo que decir que siento rabia. Sí, rabia. Rabia porque no estás, porque te has ido y me has dejado sola. Porque tu Contreras está desafinada, porque no encuentro los mil y un papeles que siempre había en tu escritorio. Rabia porque, sin darte cuenta, te has llevado la mejor parte de mí. Mi mejor sonrisa y también mis mejores lágrimas. Esas lágrimas que salían tras un enfado y terminaban siendo de risa. Así éramos nosotros. La mejor representación de Sonrisas y lágrimas.
Aún así, sigo estando enfadada. Creo que no eres consciente de la gran putada que me has hecho. Sé que tengo mucho camino aprendido y sólo falta ponerlo en práctica pero, ese es uno de los problemas. ¿Cómo pongo en práctica todo lo aprendido si no estás conmigo, cómo? Es ahora cuando necesito que me pegues cuatro gritos y me digas que soy una consentida. Pero necesito que lo hagas tú. Porque eres mi mitad y sabes cómo hacerlo. Lo necesito y te necesito.
Puede sonar muy frívolo, pero cuando era pequeña y pensaba que podía pasar algo, cualquier cosa en la que tuviera que elegir entre mamá o papá, mentalmente te elegía a tí. No sé por qué tenía ese pensamiento, pero siempre lo he tenido y, siempre he sabido cual era la respuesta. Ahora es distinto. No me han dado a elegir y tú me has hecho una putada. De qué va esto, ¿una prueba? Pues no puedo más. Y sé que soy capaz de aguantar cualquier cosa pero, así, perdida y enfadada, no puedo.
No sé si la solución será escribir, coger la guitarra, el violín o pegarme un tiro. No lo sé. Quizás es por esto también, por lo que nunca he tenido el valor de decirte cuánto te quiero y, que has sido el mejor padre que una hija como yo podía tener.
Síguenos en @RADCultura y toda la información en @RAD_Spain.
No hay comentarios:
Publicar un comentario