Por José Sánchez Conesa "El tío del saco"
Conocido es Alumbres por la constante lucha vecinal a
favor de su propia pervivencia como comunidad local. En las últimas
décadas hemos podido visualizar sus problemas en los distintos medios de
comunicación, especialmente a consecuencia de la posible instalación de
los depósitos subterráneos de gas de la empresa Repsol Butano. Su
asociación de vecinos capitaneó estas campañas ciudadanas bajo el
exitoso lema: «¡Alumbres está que arde!». Todas estas movilizaciones y
anhelos fueron estudiados por sociólogos de la Universidad de Murcia,
entre ellos el profesor Andrés Pedreño. Estos científicos sociales
valoraron de manera muy positiva a los alumbreños por constituir una
ciudadanía activa y reflexiva.
Sin embargo, otros peligros que venían del mar,
amenazaron durante siglos la propia supervivencia de sus moradores. Se
trataba de los ataques de piratas moros que desde el norte africano
asolaban nuestras costas, incluso en alguna ocasión fueron turcos, como
acaeció un 2 de julio de 1558. Ochocientos otomanos llegaron en ocho
galeotas hasta Cabo de Palos, donde desembarcaron para avanzar hasta
Alumbres, saquearlo y llevarse a casi toda su población. El rapto de
personas resultaba rentable porque exigían un rescate económico a cambio
de la libertad de los cautivos. Como medida defensiva se creó la figura
de los guardias de costa, encargados de la seguridad de ésta mediante
señales de humo por el día o de fuego durante la noche, desde los
lugares más altos como eran las atalayas o las torres de defensa. De tal
manera, que cuando las peligrosas embarcaciones eran avistadas, la
campana de la vela en el castillo de Cartagena y la campana de la
Iglesia Mayor sonaban, al tiempo que se disparaba un cañonazo de día o
se encendían hogueras en la noche.
Pasado minero
Pero la historia de Alumbres comienza cuando se establece
población trabajadora para la explotación minera, debido a la
existencia en sus montes de un metal llamado alumbre, conocido desde la
Antigüedad. Este hecho dio nombre a la incipiente localidad, llamada
inicialmente los Alumbres Nuevos, para diferenciarla de otro
emplazamiento minero como era Mazarrón, los Alumbres Viejos. El alumbre
es un sulfato doble de alúmina y potasa, empleado en aquellos tiempos en
las tintorerías de la industria textil y como cáustico en medicamentos,
sobre todo en el tratamiento de las llagas de la boca.
El alumbre se exportaba a Flandes, Inglaterra y Francia.
De tal manera, que un noble llamado Francisco de los Cobos comenzó dicho
aprovechamiento con empleo de moros esclavos, pero prefirió contar con
cristianos viejos ante el temor de que los musulmanes auxiliaran a los
piratas, hermanos de religión. De todos es conocido que el trabajo en la
mina no es nada grato, por ello de los Cobos solicitó al rey Carlos I
que se concedieran privilegios a los que quisieran establecerse en el
lugar, y que obtuvo mediante Real Cédula fechada el 8 de enero de 1535,
auténtica partida de nacimiento de Alumbres. Francisco de los Cobos,
natural de Úbeda (Jaén), ostentó importantes puestos como contador mayor
de Castilla, secretario de Indias, secretario del Consejo Supremo,
acompañante del rey en varias expediciones por Europa y otros servicios.
Cuando acaba la explotación del alumbre, a lo largo del
siglo XVIII, los vecinos se dedicaron con el tiempo a la búsqueda de
plomo y a la cosecha y manufactura de esparto para la obtención de los
más variados objetos como capazos, sandalias, esparteñas, cuerdas,
gorros, etc. El esparto era el plástico de la época.
Anteriormente existían en la zona dos ermitas, pero la
parroquia se crea entre 1699 y 1700, tal y como ocurrió en Pozo Estrecho
y La Palma, segregándose de la única parroquia de la ciudad, Santa
María. Aunque los libros sacramentales se abren mucho antes, en 1669.
Curioso el dato que se registra con fecha 1 de mayo de 1697, la segunda
administración del sacramento de la confirmación, participando de ella
400 personas, entre ellas algunos esclavos y moriscos.
Se elige a San Roque como patrón, santo protector de
epidemias, entre ellas la temible lepra y la peste. Y en el seno de la
parroquia estaban presentes tres cofradías: Ánimas, Santísimo Sacramento
y la de la Aurora. Por ello no nos extraña nada que en esta población
existiese, hasta bien entrado el siglo pasado, tanto una cuadrilla de
aguilanderos, recaudadores de donativos para sufragar los gastos de la
cofradía de Ánimas, como auroros, otra agrupación musical sacra, ligada a
la cofradía de la Aurora. Lo dice la copla navideña: «Las Ánimas de
Escombreras/ le están pidiendo al Señor/ que le den buena pesquera/ de
sardina y boquerón». Tenemos noticias que también en los primeros años
del XX se representaba el Auto de Reyes Magos. Dos alumbreños han
escrito sendos libros dedicados a la historia que aquí narramos: 'Los
Alumbres Nuevos' (2002) de Isidro Ginés Conesa López y 'Alumbres en el
siglo XX' (2004), escrito por Francisco Atanasio Hernández.
Este año se conmemoran los 200 años de la proclamación de
la primera Constitución española, nos referimos a la promulgada por las
Cortes de Cádiz en 1812. En virtud de dicho documento aquellos núcleos
de población superiores a los mil habitantes podían acceder a
constituirse en ayuntamiento propio. Así lo hizo Alumbres en su iglesia
parroquial el día 4 de julio de 1813, eligiendo alcalde a José Conesa
Francés. Hicieron lo propio Pozo Estrecho y La Palma. Siempre las tres
al unísono en la constitución de parroquia y municipalidad propia. Pero
aquellos efímeros municipios liberales concluyeron finalmente con la
hegemonía absolutista.
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