Continuamos con la segunda y última parte de mi repaso personal a la cuarta temporada de Juego de Tronos, la primera la tenéis aquí.
"Fuck the king" o el republicanismo en los Siete Reinos
*Esta entrada contiene spoilers de toda la serie, pero que muchos. Spoilea tanto que si no estás al día muere un Stark fulminado por tu culpa que tampoco es muy complicado, así que tú verás.
Qué pasaba mientras
tanto o el Muro, Daenerys, Reek, Brann y Littlefinger
Va tan sobrado que hace un "¡Camarero!" en plena batalla
Entre las demás tramas argumentales de esta
temporada hemos seguido de cerca el proceso de Daenerys, la abanderada de la
libertad, como nueve reina de Meereen. Gobernar no
resulta tan fácil como conquistar, bien lo sabe por más que el nuevo Daario
Naharis la intenta animar a base de polvos. Más cuando expulsas de la ciudad a
tu mejor consejero, como han gustado de recalcar esta temporada, por traidor.
Más cuando uno de tus dragones, Drogon, empieza a incinerar a una pequeña parte
de la población a tu cargo. Con pena de madre y dolor de
libertadora, encadena a los otros dos dragones en las mazmorras de Meereen con
unos grilletes. Para saber las consecuencias de esta decisión habremos de
esperar a la quinta tanda, pero las imaginamos importantes y rematadamente
difíciles para la Breaker of Chains.
De momento, sólo la frustrada relación de amor entre Missandei y Grey Worm
(Toro Cornudo para quien ponga la oreja) nos da un respiro de tantas noticias
graves en una temporada insustancial para la Khaleesi.
Sobre las tendencias despellejadoras de los Bolton
poco podemos añadir, más allá de las grandes actuaciones de Iwan Rheon, Michael
McElhatton y, por supuesto, Alfie Allen. Si el degradado Reek, antaño Theon
Greyjoy (pero tan antaño que no reconoce a su propia hermana y prefiere
permanecer con su torturador Ramsay Snow, rebautizado como Ramsay Bolton) sigue
con vida es porque le queda algo por hacer más adelante. Esperemos que una
liberación, sus escenas con Ramsay son las más dolorosas de ver, puro terror
psicológico por más que con otros se nos salten los ojos (léase Oberyn). A los putos baños me refiero, hasta eso deja mal cuerpo ya en
compañía de estos dos en lo que ha sido una trama tan desquiciada como sugestiva.
Bran ha continuado su búsqueda del cuervo de tres
ojos más allá del Muro, acompañado de Hodor y los hermanos Reed. Tras un rodeo
con cautiverio en Craster’s Keep, continuaron con su travesía y en el último
episodio consiguieron llegar al árbol que el paralítico visionó. Atacados
repentinamente por unos esqueletos que, a mí personalmente, me incomodaron por
no llevar unos ojos azul cristal (imagino será un fallo), luchan con
desesperación. Jojen, ese niño-abuelo enfermizo, ese Ferb, ese personaje al que poco
conocimos, murió entre los brazos de su hermana, pero una Child of the Forest
acudió en su rescate y les condujo hacia un anciano fundido con las raíces del
árbol o arciano, y perdón por el inintencionado juego de palabras, era malo.
Brann no volverá a caminar, pero volará al parecer. Tras dos temporadas de travesía
sin saber encajar muy bien su trama con el resto de la serie por su poca continuidad con respecto a los demás, parece haber
llegado a un punto interesante al terminar su trayecto de aquí para allá y es
él una de las principales razones por las que queramos reencontrarnos con la
serie lo más rápido posible. Para él termina una etapa y comienza otra.
En cuanto a la acción en el Muro, al final de la
anterior temporada yo consideré a Jon Snow un personaje plano, sin carisma ni
sentimientos más allá de la cara Estoy enamorado (telenovela style), la cara
Estoy enfadado (Rambo style) y la cara Estoy normal. Lo pensaba precisamente en
el instante en que volvía a Castle Black, acompañado de tres flechas el muy
pringao. Pero esta temporada ha tenido un papel completamente diferente, su
etapa con the Free Folk le ha curtido y demuestra buen criterio y capacidad de
mando. Lideró al expeditiva a Craster’s Keep para reducir a los hombres de la
Night’s Watch antes de que lo hiciera el ejército de Mance Ryder;
acompañado por el ladino y delicioso malvado Locke (el que le concedió al Matarreyes la oportunidad de descubrir si era ambidiestro o no), pudo hacerlo y de este no
volvió a saberse. Me dio hasta pena perder a un malo que sencillamente era
malo, cual agente Smith. Jon Snow nos ha demostrado que su apariencia de ser plano y lenguado
no era sino la aureola de impenetrabilidad de un atribulado líder (suena a poco
creíble, pero entre la actuación de Harington y los guionistas lo han hecho
posible ante los ojos de alguien que no veía necesario dar importancia a una
trama tan banal) del que poco sabemos y poco deja saber, “I’m not a bleeding
poet” etc. Finalmente llegó el episodio 9, el de impactos y confirmó una tendencia: en las temporadas
impares mueren Stark sorpresivamente, en los pares disfrutamos de batallas
épicas. Esta lo fue, la honorable orden de negro protegiendo la civilización y
los Siete Reinos de los salvajes y aún peores peligros al norte del Muro. Al
final triunfaron, con gigantes, mamuts y todo, pese a que a cambio Snow
hubiera de ver morir a su amada Ygritte, una heroína entrañable cuyo "You know nothing Jon Snow" resonará por mucho tiempo. Incluso está
forjando su mitología de héroe, supone el contrapunto mesiánico a Daenerys
en Westeros. Y para aumentarla, partió hacia el campamento de Mance Ryder para
negociar la paz (cerrando una pequeña gran película dentro de esta temporada, si bien llevan razón quienes lo critican por no suponer tanto impacto como los tres episodios 9, algo sobre lo que volveré más tarde) después de despedirse de la pelirroja en la pila
funeraria que le construyó. Allí fue testigo del ataque de las tropas de
Stannis Baratheon sobre los widlings. Siguiendo los dictados de Melisandre, a
quien no habremos de perder ojo más adelante por la miradita final al bastardo
de Ned Stark, destrozó a los salvajes sin miramientos en un gran despliegue de
medios para los productores de la serie y de estrategia militar para Stannis,
en dos flancos cual Alejandro Magno.
La revelación de Littlefinger como asesino de
Joffrey Baratheon (ejem) y Lysa Arryn ha logrado acercarnos más a este hombre,
a esta reencarnación de Maquiavelo, y saber más de él de la mano de Sansa Stark.
Ante tanta astucia y ambición, la rematadamente bob… digo dulce niña del verano parece haberse convertido en femme fatale,
aunque conque espabilara un poco uno se conformaba. Con estos dos no se sabe
lo que puede ocurrir, pero debemos permanecer atentos, la carrera de Baelish hacia la cima ha sido hasta ahora recta y desde su posición de Señor del Valle pocos le harán frente.
Peckinpah cabalga
sobre Westeros
Dos nihilistas muy nihilistas, un spin-off en potencia
Hablando de… si hay un dúo que nos ha emocionado y
podría tener cualquier final era la de Sandor Clegane, el renegado hermano
pequeño de The Mountain, y Arya Stark. Sobre la pequeña espadachina un servidor
quiere decir algo para dejar claras las cosas: mis escenas favoritas de la
primera temporada fueron las suyas con Silvio Forel, las de la segunda con
Jaqen y Tywin Lannister, las de la tercera con la Brotherhood without Banners y
The Hound, en la cuarta estos dos han seguido siendo mis predilectos junto con
los hermanos Lannister. La pequeña Stark, la única que queda con capacidad para
hacernos empatizar con ella junto con Bran (sin duda, no Sansa ni mucho menos
Rickon) ha sido testigo de la pérdida de sus padres y su hermano mayor, su lobo
huargo, hogar y resto de familia. Sabe que la injusticia triunfa en Westeros,
por eso el simpático Qyburn (al menos no nos han hecho olvidarlo al aparecer en
el primer y último episodio de la tanda) fue expulsado de la Citadel mientras el bufón de Pycelle es
Gran Maestre, por eso Oberyn muere frente a Gregor. Sabe que, por tanto, no
hay dioses que guíen su destino ni sentido en la existencia. Sandor, the Hound,
que sirvió durante años a Joffrey Baratheon como figura paterna (y, en cierta
manera, también para Arya), hermano de Gregor Clegane, el único
hombre más grande y quizás más fuerte que él, capaz de quemarle la cara de
niños sólo porque jugaba con uno de sus juguetes, es tres cuartos de lo mismo.
Durante la batalla de Blackwater renegó del rey y sus votos (“Fuck the King”)
impresionado ante tanta masacre, sangre y el temido fuego desde su trauma
infantil. Su soledad ha sido constante a lo largo de toda su vida y es
consciente de que lo mismo ocurre con Arya, como vio en la Boda Roja a la que
asistieron a su manera. La niña no tiene a nadie, ni siquiera a su tía Lysa y
ya no puede venderla a ningún familiar para quitársela de encima como pretendía
anteriormente, él lo sabe. Y sin embargo no la mata tras darse la vuelta ante
the Bloody Gate, porque simpatiza con ella. Prometedora espadachina
pese a tener un estilo distinto, solitaria como él, no hacen sino generar un
vínculo emocional muy intenso y en cierta manera bonito. Incluso admite que la está protegiendo (watching over her), momento en el que conmueve y sorprende a propios y extraños. Los espectadores
sabemos que este dúo existencialista con aires de western (Peckinpah por
completo) no pertenecen a los buenos,
tampoco a los malos y ahí surge el
encanto que producen sobre nosotros. Mucho más que los bienintencionados
Brienne y Pod en su travesía para encontrar a la pequeña de tal forma que en el
último episodio tememos porque separen a los dos nihilistas de la serie. Nos
quedamos todos con las ganas de ver un enfrentamiento entre los hermanos
Clegane, pero a cambio vimos uno tan brutal como igualado entre
la de Tarth y The Hound. Para ganar hay que jugar sucio nos transmitieron, y finalmente se impuso
la mujer como hiciera frente a Jaime Lannister la temporada anterior. Y de paso, hicieron que a su lado la Víbora y The Mountain hicieron una coreografiada mariquitería, estos dos sí se dieron palos de verdad con puñetazos, patadas en las zonas bajas, lanzamientos colina abajo y homenajes a Mike Tyson. Momento cumbre de la finale, Arya da esquinazo a Brienne para acudir junto al agonizante hombre con el que ha recorrido una parte importante del continente. Si me dicen que voy a ver los interiores de un protagonista, no pienso en el fémur de The Hound, la verdad sea dicha, pero su despedida fue un auténtico horror, como no podía ser de otra manera. Sandor, mejor hombre de lo que nunca hubiera admitido, ha desarrollado unos sentimientos paternales por la niña e intenta cuidarla en todo momento ("Do you remember where the heart is?"), pero ella ha contemplado demasiado horror en demasiado poco tiempo como para conmoverse por él. Desesperado, le pide ayuda, que le asesine para terminar una tortura sin final feliz, pero ella no lo hace. Sabe que ha cometido muchos asesinatos a lo largo de su vida, el hijo del carnicero por ejemplo, y por ello no le mata sino que se marcha dejando atrás sus desgarradores gritos de "Kill me!". Sabe que hay cosas peores que la muerte. Si es incapaz de mostrar compasión por otro ser humano en esa situación, ¿hasta qué extremos llegará? No lo imaginamos aún, pero quizás en la próxima temporada podamos. Acto seguido llega a un puerto con unos marineros a punto de zarpar a casa, a Braavos. La oportunidad de su vida. Rematadamente sola pero ilusionada, marcha con ellos al entregarle la moneda de Jaqen. Valar Morghulis, Valar Dohaeris.
Es con Arya con quien damos final a esta tanda de episodios, camino a nuestra Ciudad Libre favorita. La pequeña Stark, como sus hermanos, parece poner fin a su deambular desmadrado por los Siete Reinos y ahora toca para ellos una experiencia completamente nueva que habrá de determinar su papel en el resto de la serie. Al igual que el bastardo Jon Snow hace exactamente un año, marchan a donde querían y dejan atrás unos recuerdos y una serie de conocimientos adquiridos que les servirán de ahora en adelante. Este no es un mundo de justicia, pero si han sobrevivido hasta ahora se debe a algún motivo. Termina la cuarta temporada de Juego de Tronos, sobre cuyas tramas hemos hablado, no así de dos escenas de gran polémica y sobre las que me gustaría aportar algo rápidamente. La "violación" incestuosa de Jaime sobre Cersei, con el cadáver de su hijo común presente... no entendí los revuelos por la escena gay de la primera temporada ni el sadismo joffryista de la segunda pero en este caso comparto la mayoría de opiniones. Fue un desastre para la historia, los guionistas y el director quisieron transmitir algo y salió todo lo contrario, la de una auténtica violación cuando pretendían mostrar sexo consentido. Error sin paliativos.
En cuanto al final del cuarto episodio, cuando aprendimos cómo los papás y las mamás caminantes blancos hacen hijos caminantes blancos (que es sin mamás caminantes blancos, por cierto. Es como una inseminación manual), muchos lectores pusieron el grito en el cielo porque les espoilearon el sexto libro no publicado de la serie, pero no pudo gustarme más. A un servidor todo lo relacionado con los White Walkers le interesa y los parajes mostrados fueron inolvidables. Pedazo fortaleza tienen, vamos. Y además, nos permitieron acercarnos al sistema de vida de esta gente. Cuentan con una suerte de castillo y una jerarquía claramente delimitada de los White Walkers a esto:
Menos caminante, pero más blanco
Incluso sus cuernos en la cabeza dan una sensación de superioridad (corona). Habremos de esperar mucho para volver a saber de todo esto, ¿un regreso del explorador Benjen Stark?, yo apuesto por ahí.
En cuanto a esta temporada, para mí ha resultado la mejor de la serie hasta ahora por varias razones: dosificarnos varios puntos críticos a lo largo de la tanda (finales de episodios 2, 4, 6, 7 y 8, 9 y 10 enteros) en vez de condensarlos en unos pocos (en la anterior, apenas 3, 9 y pocos más), nos ha permitido explorar la psicología de varios personajes (las conversaciones entre los hermanos Lannister y entre Arya y Sandor aburrirán a algunos, pero a otros nos saben a caviar del bueno) y el ritmo de protagonistas muertos ha alcanzado niveles propios de la primera temporada, lo cual siempre entretiene. Tywin, Oberyn, The Hound, Ygritte y quizás The Mountain, para que no tengáis que hacer memoria. Sin embargo, ha carecido de un elemento mucho más presente el año pasado: ahora las tramas de los personajes han estado bastante alejadas unas de otras, con apenas encuentros conectores de relevancia, más allá de un enfrentamiento entre hombres Bolton y Greyjoy; como consecuencia, el relato carecía de cohesión interna, pero no por ello dejamos de disfrutarlo ni mucho menos. De lo que sí debemos ser conscientes es de que los grandes momentos de la saga los hemos agotado todos, ahora enfilamos hacia los tomos cuarto y quinto, con varias tramas estancadas (según me han dicho) y pocas razones para volver a dejarnos sin respiración. Confiemos en Benioff y Weiss, de sobra capacitados para rellenar todo agujero argumentativo.
De todas formas, ahora tenemos por delante 9 meses ideales para ponernos al día con los libros de George R.R. Martin. Si somos frikis de Canción de Hielo y fuego, lo somos con propiedad. El verano es largo y winter is comming.
P.D.: Por Bronn, nunca le olvidaremos.
Tranquilos, me voy con Ned Stark. A follármelo.
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