Por Nano Fernández
Siempre hay ciertos arquitectos que te
infunden un respeto especial, arquitectos de los que uno no duda que lo
son. Es raro, y sobre todo variado, pero todos tenemos un cierto feeling
con algunos arquitectos por los que por fin podríamos contestarle que
sí a nuestra madre si nos preguntara que si él o ella se tirara por un
puente, nosotros lo haríamos también. En mi caso, uno de mis arquitectos
fetiche es Antoni Gaudí. Y con él además, se da una cosa que no se da
con el resto. Le “admiro” como arquitecto y le ADMIRO como persona. Y
paso a explicar la tontería de las comillas y las mayúsculas. Éstas
últimas creo que está claro. Esa palabra escrita con mayúsculas sólo
puede tener un significado, pero como arquitecto he tenido que ponerlo
entrecomillado porque tengo que confesar que por muchas ganas y
esfuerzos que he puesto, no consigo que me guste ningún edificio suyo.
Salvo, claro está, la que a mis ojos, es la Gran Obra de los últimos 150
años. Está claro que la Sagrada Familia de Barcelona no es el edificio
más alto del mundo, no se están utilizando los materiales más novedosos
ni se usan las técnicas de construcción más vanguardistas, pero no se me
ocurre ningún otro edificio construido en los últimos dos siglos que
alcance a llegarle a la Sagrada Familia a la suela de los contrafuertes.
Es un edificio que me deja sin palabras, un desafío hecho piedra contra
todo y todos, un ejemplo de arquitecto comprometido con su proyecto. Es
un edificio que fue, y es, la vida de su arquitecto. Y por todo esto, y
más cosas sensibleras que se me ocurren pero que no digo, tenía
pendiente escribir sobre este edificio desde hace mucho tiempo. Pero
había que hacerlo bien. Y espero que así sea, porque si supierais lo que
he tardado…
Hace unos meses se subió a la red un
vídeo en el que se muestra la evolución futura que irá teniendo la gran
obra religiosa de los últimos tiempos, la última gran catedral del
mundo, la Sagrada Familia de Barcelona. El vídeo en cuestión es este, y
la verdad es que no me extraña que se extendiera por el mundo de los
blogs a la velocidad que lo ha hecho, porque mola un montón :)
Pero con esta obra pasa que parece que no
existe lo ya construido, sólo esperamos que se termine ya, y mientras
tanto disfrutamos con lo que hay, con una especie de actitud
conformista. Pero ya hoy en día la Sagrada Familia tiene mucho que
contar, ya que es el primer edificio y el último en su categoría, con un
estilo completamente revolucionario (¿neoneogótico modernista gaudiano
podría ser un nombre apropiado?) pero a la vez conservando la función de
“cuentacuentos” que tienen las grandes catedrales medievales, acercando
las escrituras bíblicas al pueblo, explicándolas de manera explícita y
sencilla.
Pero
vamos a empezar por el principio. La Basílica de la Sagrada Familia
nace en una época difícil. En pleno siglo XIX, Barcelona destruye
numerosas iglesias en nombre del progreso. La iniciativa de este enorme
proyecto parte de una modesta organización religiosa dedicada al culto
de San José. Su más alto cargo, Josep María Bocabella, anuncia un
proyecto para construir una iglesia en honor de la Sagrada Familia. Ésta
iglesia debía ser expiatoria y financiarse exclusivamente con limosnas.
Las primeras colectas no fueron demasiado importantes, por lo que fue
imposible comprar una parcela cercana a lo que era el centro, de manera
que tuvieron que escoger otra más lejos, a las afueras, en una zona de
rápida expansión gracias a los planes urbanísticos realizados en 1859
por el ingeniero Ildefons Cerdá, el Ensanche. El terreno costó 170.000
pesetas (unos 1.000 euros o 1.400 dólares americanos aproximadamente,
para los que leéis desde allí). Con todo esto, en el año 1882, en el día
de San José como no podía ser de otro modo, se coloca la primera
piedra.
La construcción comienza bajo la
dirección del arquitecto Francesc de Paula Villar y el diseño original
neogótico estaba directamente inspirado en la Basílica de Loreto, en
Italia (para verla, pincha aquí). A finales de 1883, Antoni Gaudí sustituyó a Villar e hizo otro proyecto totalmente nuevo.
Gaudí se había licenciado como arquitecto
en 1878, y se hizo cargo de la Sagrada Familia cuando su carrera
comenzaba a prosperar, siguiendo muy unido al proyecto hasta su muerte
en 1926. A partir de 1918, se dedica exclusivamente a la Sagrada
Familia, hasta el punto de trasladar incluso su vivienda y su estudio
dentro del edificio. Por todo ello, el templo de la Sagrada Familia
puede considerarse como el punto culminante de la arquitectura de Gaudí,
una obra que une las experiencias y las innovaciones de toda su
carrera.
La arquitectura de Gaudí surgió dentro
del contexto del art noveau (llamado en España modernismo), aunque su
fuerte personalidad hizo que su obra se alejara de las características
típicas de ese estilo. En los edificios de Gaudí hay elementos que
anticipan otros estilos contemporáneos, como por ejemplo, el
expresionismo. La plasticidad de su obra fue posteriormente desarrollada
por arquitectos orgánicos. La arquitectura de Frank Gehry, por ejemplo,
está llena de resonancias gaudianas.
A pesar de su concepción completamente
innovadora, lo que más sorprende de la Sagrada Familia es que se trata
esencialmente de un edificio gótico. Gaudí utilizó el principio gótico
de mantener las fuerzas en equilibrio, llevándolo a un plano mucho más
majestuoso que cualquier arquitecto medieval. Los pilares de la nave
principal se inclinan hacia dentro, convirtiéndose en sus propios
contrafuertes de este modo.
En un capítulo de Los Simpson en el que
hace un cameo Fran Gehry, aparece una versión del cómo pudo haber sido
el método creativo para un edificio suyo en Springfield. En ese
capítulo, el arquitecto arruga una de las cartas que había en su buzón y
la tira al suelo, y al hacerlo, ve claramente la forma de lo que será
su edificio. Esto puede parecer un desfase más de la serie, pero la
realidad de la Sagrada Familia no se aleja tanto de este momento. Gaudí
construyó una maqueta esquemática del interior con cuerdas, la revistió
de yeso y la colgó del revés. Cuando el yeso de secó, le dio la vuelta…y
fin. Gaudí ya tenía el diseño que ahora disfrutamos.
Puede parecer una contradicción, pero una
de las características más sorprendentes de la arquitectura de Gaudí es
su extraordinaria capacidad de invención formal. El experimento del
yeso sólo fue un punto de partida, un garabato en una hoja en blanco
para que empezaran a fluir las cosas, pero todo lo visible (y lo
invisible) en la Sagrada Familia se basa en un profundo razonamiento
lógico. Quitándole el maquillaje al edificio, lo que está debajo surge
de una sólida base geométrica y un sistema de modulación fijo de
proporciones que se aprecia perfectamente en la planta del edificio que
os he puesto abajo. Todo lo que hoy hacemos fácilmente con programas
como AutoCad, Gaudí lo estudio en profundidad empíricamente. Y no debió
ser cosa sencilla teniendo en cuenta que la Sagrada Familia tiene más
paraboloides e hiperboloides de los que uno pueda asumir en su vida.
El templo como edificio cumple uno de los
que yo creo que es la aspiración de cualquier arquitecto, que es
plasmar en él el sentir del que lo crea. Por desgracia, es algo que a
priori parece sencillo, pero uno se da cuenta de lo difícil que es al
analizar un poco el panorama arquitectónico en general, de esta y de
otras épocas, ya que mires en el siglo o el estilo que mires, al final
todos los arquitectos tienden a unificar sus edificios, creando una
arquitectura más anodina y homogénea de lo que a mi en particular me
gustaría. Pero Gaudí tuvo el valor de saltarse lo establecido y dejar
tallado en la piedra el resumen de su vida. Y es que Gaudí era una
persona tremendamente piadosa, ferviente creyente y con un profundo
sentir católico. Tanto es así que incluso, en el año 2000, el Vaticano
inició el procedimiento para beatificar al arquitecto. Es un edificio
lleno de simbolismo religioso (sus doce torres representan a los doce
apóstoles por ejemplo) y Gaudí quería expresar con su construcción el
triunfo de la Iglesia sobre las contradicciones y los cambios del mundo
moderno. Todo esto, junto con la concepción de la arquitectura como
imitación de la naturaleza, pueden ser los dos puntos de partida que se
deban tomar para entender el profundo simbolismo del edificio.
Este
simbolismo del que tanto he hablado, y cuyos puntos de partida acabo de
dar, se entiende mucho mejor si se explica, como todo. Nos damos cuenta
de este simbolismo en la orientación del edificio por ejemplo. La
fachada orientada al este (por donde sale el sol) muestra la Natividad, y
la que está orientada al oeste (por donde se pone todas las tardes),
está dedicada a la Gloria. El interior de la Sagrada Familia busca
recordar a un bosque, cuyas columnas se extienden a cierta altura para
hacer de soporte de la bóveda, imitando a un árbol con sus ramas. Esa
bóveda está formada por una compleja red geométrica de formas que
recuerdan a las estrellas.
La Sagrada Familia lleva ya muchos en
construcción (132 exactamente), cosa que puede extrañar teniendo en
cuenta las técnicas y avances de los que disponemos hoy en día en la
construcción, pero puede entenderse que se tarde tanto cuando nos
enteramos de que se está construyendo con los planos incompletos. Gaudí
dibujó los planos alrededor de 1890. Dos años más tarde se comienza la
construcción de la fachada de la Natividad, que es la cara más conocida
del templo, y es la única fachada que se terminó en vida del arquitecto.
Antes de morir, Gaudí ya tenía terminados los planos en detalle de la
fachada de la Pasión y las naves, así como el programa simbólico e
iconográfico de todo el edificio. Las principales fuentes de referencia
del proyecto fueron numerosas maquetas a escala 1:10 y 1:25, que fueron
destruidas en 1936, cuando la Sagrada Familia fue saqueada durante la
guerra civil española, y posteriormente reconstruida. Entre este año y
1952, la construcción del templo se paraliza. Cuando se retoma su
construcción, se hace con la intención de seguir lo más fielmente
posible los planos dejados por el arquitecto, pero incorporando en los
posible las nuevas tecnologías, técnicas constructivas y materiales,
como el hormigón. La obra pasa por temporadas de mayor o menor actividad
constructiva, ya que los patrocinadores continúan con el legado de
construir una iglesia con aportaciones y donativos particulares.
Y todo esto, sin que se termine de
construir. Porque lo que viene no es moco de pavo. La parte más alta de
la Sagrada Familia será una gran cúpula que alcanzará los 170 metros de
altura. Rodeándola, habrá cuatro agujas de 130 metros de altura, que
representarán a los cuatro evangelistas, y una quinta de 140 metros,
situada sobre el ábside de la iglesia, en representación de la Virgen
María. El marcado diseño vertical del edificio se completa con cuatro
torres que coronan cada una de las tres fachadas. Estas doce torres son
las que representarán a los apóstoles, y de esas doce, ya podemos
disfrutar de ocho.
Es un edificio tremendamente polémico,
tanto desde el mundo secular como desde el religioso. Continuamente
surgen voces que se preguntan si tiene sentido construir una iglesia tan
monumental en los tiempos que corren, si es correcto seguir
construyéndola con el estilo tan extremadamente personal del arquitecto o
si deberían introducirse nuevos lenguajes artísticos. No tengo por
costumbre dar mi opinión en el blog ya que la arquitectura, como casi
todo, es muy subjetiva, y cada uno tiene la suya, pero en este punto
tengo que darla. Y la verdad es que tengo una opinión bastante más
radical y maleducada de la que voy a dar aquí sobre la gente que aún hoy
duda que la Sagrada Familia tiene que ser tal y como Antoni Gaudí la
diseñó. Bien es cierto que es una obra que se está dilatando mucho en el
tiempo, y sobre todo, en un tiempo de constante cambio, en el que lo
que hoy está de moda, mañana ya ha pasado, pero me parece que clama al
cielo que con este edificio en particular se haga esto. Este edificio no
es sólo una obra maestra, no es sólo el clímax de la carrera de un
arquitecto en particular. La Sagrada Familia es un proyecto de vida. Son
todos y cada uno de los esfuerzos de una persona valiente, que se puso
por montera un mundo cuadriculado y pluscuamperfecto para enseñarle al
resto que aún hoy, el hombre es capaz de asombrar, sobrecoger e incluso
intrigar a sus semejantes con su trabajo. Es un edificio único en su
especie en todos los sentidos, su estilo, su época de construcción, sus
dimensiones,… ¿Quién puede ser tan insensato y tan irrespetuoso para
pensar que puede hacer de la Sagrada Familia algo mejor de lo que es?
Una lástima el derroche de arrogancia que se huele a veces…
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