Por Nano Fernández @Nanonino_
Hace algo más de un año, buscando información para unas referencias
acerca del uso de la luz y su utilización como elemento de apoyo a la
obra arquitectónica, encontré este proyecto que me dejó con la boca
abierta. Tengo que confesar que no soy muy fan de su arquitecto, Jean Nouvel,
por mucho Pritzker que sea. La ampliación del Reina Sofía y el Hotel
Puerta de América, que son los dos edificios suyos más cercanos que
tengo, hacen que no pueda verle con buenos ojos. Pero si algo se le
tiene que reconocer a Nouvel sin ningún género de dudas, en mi opinión,
es: lo primero, la capacidad que tiene de hacer lo mejor y lo peor con
la arquitectura sin despeinarse ni un pelo (de las cejas,
evidentemente); y segundo, que es un absoluto maestro de la luz. Trabaja
con ella como si fuese tangible, algo que puede manejar a su antojo y
apoya su arquitectura en ella de manera brutal a la par que genial. A mí
particularmente es algo que me cuesta mucho hacer, todavía no soy capaz
de materializar lo que veo en mi cabeza y pasarlo al papel de manera
decente, por ello reconozco el grandísimo mérito que tiene este
arquitecto al conseguirlo de la manera tan brillante que lo hace. Y en
este proyecto en particular lo hace yo creo de una de las formas más
claras y magistrales de todas sus obras, salvando algunos ejemplos, como
puede ser el Instituto del Mundo Árabe de París, que en mi opinión, no
deja de ser un ensayo (genial, eso sí) para obras futuras como la que
nos ocupa.
Este edificio se construirá en la Isla de Saadiyat, en Abu Dhabi. Se
trata del cuarto proyecto diseñado por un arquitecto de renombre mundial
de la zona. Convivirá con el Museo Guggenheim de Frank Gehry, el Centro
de Artes Escénicas de Zaha Hadid y el Museo Marítimo de Tadao Ando
(proyectos de los que haré entradas en un futuro segurísimo). De los
cuatro, es el que mejor refleja la cultura y sociedad abudabí,
utilizando elementos y volúmenes reconocibles por todo el mundo.
El edificio está planteado para ser un fondo teatral visto desde la
ciudad. No se encuentra inmediatamente después de ella, sino que está
deliberadamente separado de la urbe para maximizar esa sensación. A
parte, su enorme cúpula achatada recuerda a las dunas del desierto,
creando un contraste confuso entre la aridez que ello representa y la
fluidez del agua sobre la que se asienta el proyecto. El Museo está
pensado para simular una pueblo, una “ciudad perdida” que se encuentra
suspendida sobre el agua.
En
planta, el proyecto recuerda sin remedio al trazado urbano de una
ciudad islámica. Calles estrechas, quebradas y con recorridos tortuosos,
combinado con sucesiones de plazas, plazoletas y edificaciones que
crean rincones inesperados y mejoran las sensaciones del visitante,
sorprendiéndolo desde el momento en el que entra. Sin embargo, y aunque
parezca contradictorio, la organización del Museo no es fruto del caos,
sino que responde a la contraposición de dos tramas giradas, lo que
facilita su recorrido.
Aunque está claro que el elemento más llamativo y sorprendente del
conjunto es su gran cúpula. Actúa como fondo teatral dentro del propio
fondo teatral que ya había dicho antes. Está pensada para dotar al
conjunto de una atmósfera especial, que haga al visitante tener la
sensación de entrar en un mundo diferente. Nouvel decide utilizar la
cúpula por ser una forma común a todas las culturas, especialmente
utilizada en el mundo árabe. A esto hay que sumarle las ventajas que
trae tener un gran techo en una ciudad como Abu Dhabi, que no podemos
olvidar que se encuentra en un desierto. Por lo tanto, tanto la gran
cúpula como el agua que se encuentra a los pies del Museo hacen del
edificio un lugar cómodo y confortable, además del interesante juego de
luces que se crea al entrar los rayos filtrados por la cúpula y
reflejarse en la lámina de agua del suelo. La cúpula no está creada a
partir de trazos caóticos que dejan huecos entre sí. Como el Museo en sí
en planta, las trazas de la cúpula responden a un patrón, un patrón que
recuerda a la tradición islámica, utilizándose como punto de enlace
entre las culturas occidentales y la árabe. Aquí Nouvel pone en práctica
lo aprendido en anteriores proyectos, utilizando la antigua filigrana
árabe de la mashrabiyya como tamiz de la luz, al igual de que hizo, como
ya he dicho antes, en el Instituto del Mundo Árabe de París o la torre
que ha diseñado en Doha (Qatar). La combinación de todo ello consigue
introducir al edificio una luz mágica, que evoca sombras de palmerales,
oasis, o los juegos de luz que consiguieron los propios árabes en
edificios como La Alhambra.
Como aliciente, este gran edificio no sólo está pensado desde dentro
de la costa hacia fuera, sino que también desde dentro del mar hacia la
tierra. Es decir, el edifico no sólo está proyectado para llegar a él
desde tierra. A modo de línea fronteriza entre agua y tierra, es un
juego irónico más sobre la combinación de ambos elementos chocantes. Con
una gran abertura hacia el mar, un gran voladizo de la cúpula flotante y
unas escalinatas que suben directamente desde el mar, el Museo llama al
navegante desde lo lejos, invitándole a entrar.
Sin duda, es una obra maestra, un edificio no sólo atractivo por lo
que albergará, sino en sí mismo. Haciendo edificios así, a ver como digo
yo que no me gusta Nouvel =S Os dejo más fotos de los interiores y sus juegos de luz.
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